Justo Gallego Martínez nació el 20 de septiembre de 1925, festividad de la Virgen de las Angustias, en Mejorada del Campo, localidad situada a menos de 30 kilómetros al este de la ciudad de Madrid, que fue declarada villa de realengo por Felipe II, en 1593.
Su padre, Félix Gallego, falleció cuando Justo contaba con 10 años. Pronto comenzará a ayudar a su madre Anastasia, en el campo. Será gracias a ella que desarrollará una gran fe que le llevará a querer ingresar, tras las Guerra Civil española, en el Monasterio de Santa María de Huerta, en Soria. En dicha comunidad cisterciense viviría durante 8 años, pero en 1960, enferma de tuberculosis, deja el monasterio y regresa a Mejorada del Campo. Tras su recuperación, en 1961, comenzará a construir una capilla en honor a la Virgen del Pilar como agradecimiento por haberse curado. A partir de ese momento dedicará su vida a este proyecto: entregar el resto de su vida a Dios, construyéndole un gran templo en su honor.
Justo Gallego era un hombre enjuto, con una mirada profunda que, a raíz de la construcción de este edificio, llegó a convertirse en un personaje bastante conocido. Aunque él siempre rehuyó de la fama, fue muy consciente de lo útil que podía llegar a ser contar con cierta presencia pública. Aparecer en prensa y otros medios de comunicación le ayudaba a dar a conocer su obra, atraer a curiosos y, cómo no, también obtener recursos para finalizarla. Estas apariciones convirtieron a Justo y a su catedral en un ejemplo inspirador de lo que la voluntad y la creatividad humanas podían conseguir.
El 28 de noviembre de 2021 Justo Gallego fallecía. Casi dos años antes había tomado la decisión de legar su gran obra a Mensajeros de la Paz, que se comprometió a finalizar sus trabajos, crear en este lugar un espacio al servicio de la comunidad, independiente de su religión o lugar de procedencia.
La Asociación Mensajeros de la Paz nació en 1961 en Oviedo, en el mismo mes y año que comenzaba Justo su catedral, por iniciativa de dos jóvenes recién ordenados sacerdotes: el Padre Ángel García Rodríguez y el Padre Ángel Silva, que durante estos más de 50 años han trabajado en más de 76 países. Fue en Oviedo dónde tuvo lugar la apertura de la primera casa-familia, en la cual se albergaba a unos doce menores, jóvenes e incluso adultos que vivían en la calle. Se trataba de un hogar abierto, sin límites de edad ni de problemática; un lugar donde todos tenían un techo, una cama, compañía y comida. Desde entonces su labor no ha disminuido. Por ejemplo, en 2022 ayudaron a más de 167.641 personas. Mensajeros de la Paz, con el Padre Ángel García al frente, siempre ha tenido como objetivo principal la promoción humana y social de los núcleos más desfavorecidos de la sociedad por lo que ha ido adaptándose a las distintas realidades sociales que ha ido teniendo España y el resto del mundo a lo largo de sus años de historia.