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[6] Despedida

Tal y como podrá imaginar, la construcción del templo fue muy compleja y siempre dependía de los materiales que Justo Gallego conseguía obtener. Como antiguo monje que fue, su jornada comenzaba antes del amanecer, y a las seis de la mañana ya se encontraba montado en su tractor recorriendo las fábricas que rodeaban la localidad para intentar obtener materiales que habían sido descartados y le permitieran avanzar en la obra. Ladrillos ligeramente partidos, trozos de hierro, muelles, bidones… Cualquier material podía tener una nueva vida en su catedral.

 

En este paseo por el interior y el exterior de este edificio puede observar el imaginativo uso que hizo de todos estos elementos. Por ejemplo, la cuidada forma en que están trazados los arcos se consiguió empleando neumáticos reutilizados y espirales metálicas; las vidrieras se obtuvieron con polvo de vidrio de diferentes colores machacado y pegado en un cristal transparente, la unión de diferentes fragmentos de hierro permitía crear rejas, las cúpulas se cubrían con planchas de metal y la estructura interior de algunas columnas se generó superponiendo bidones metálicos. Sin embargo, no todo es reutilizado. Puntualmente empleó materiales nuevos y manipulados por profesionales en zonas clave de la construcción, como la cúpula, de la que se encargó un equipo de herreros.

 

No cabe duda del increíble talento que desplegó Justo Gallego durante todas estas décadas. Consideraba su destreza como un don que le había sido entregado y siempre se dejaba guiar por su propio instinto. Materializaba con sus manos aquello que imaginaba en su mente, él mismo realizaba los cálculos necesarios y decidía ponerse en acción. Un estudio técnico realizado en 2021 por un estudio de arquitectura ha certificado la solidez del edificio. El templo ha sido visado por el Colegio de Arquitectos de Madrid.

 

Sin duda, Justo Gallego fue un claro ejemplo de tesón y fe. Y como último detalle, la catedral está situada en la calle que lleva el nombre de otro gran arquitecto español, Antoni Gaudí, que al igual que Justo, tuvo una gran capacidad imaginativa. Le agradecemos de todo corazón su visita a la catedral, cada visitante enriquece aún más este espacio tan especial. A la salida puede expresar el testimonio de su visita en el libro de firmas. Puede ayudar a mantener esta gran obra y la labor social de Mensajeros de la Paz con una pequeña contribución.

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